Las ratas que no lamían a sus crías

Gracias a experimentos en roedores se han podido observar lo que parece ser una vinculación entre mecanismos regulados epigenéticamente y respuestas ambientales transgeneracionales y es que, en estas investigaciones, se observaron hallazgos que parecen apuntar a la epigenética como una de las respuestas principales, y es que, siempre se ha creído que los comportamientos eran transmitidos a la descendencia por enseñanza y aprendizaje pero, estos experimentos, parecen indicar que el ambiente influye notablemente en el desarrollo de las especies. 

 

Por ejemplo, entre los experimentos realizados en roedores, se encuentran el realizado sobre las ratas que no lamen a sus crías, el cual es un comportamiento asociado a una madre descuidada. El objetivo de la investigación era observar las consecuencias que podía tener en las crías, y hallaron que las crías que no eran lamidas por sus madres sufrían con alteraciones en la producción de hormonas relacionadas con el estrés. Este resultado confirma la capacidad de los factores ambientales de producir alteraciones moleculares permanentes, en este caso en la metilación de genes que contienen la información para producir proteínas de respuesta al estrés.

 

Otro experimento fue el realizado sobre la nutrición, observándose que, tanto en madres como en padres e incluso antes de la fecundación, podía tener efectos en la futura descendencia. Esto se concluyó al someter a ratones a dietas muy distintas a las habituales y juntarlos con hembras para observar si existen alteraciones en el metabolismo de los descendientes. Se observó que la descendencia de ratones sometidos a dietas grasas padecía alteraciones del páncreas, y que la descendencia de aquellos ratones que eran sometidos a dietas hipocalóricas padecía de un metabolismo hipercalórico. 

 

Lo expuesto anteriormente podría evidenciar el impacto que puede llegar a tener el entorno a la hora de modificar las regiones reguladoras de los genes implicados en las vías metabólicas correspondientes, alterando los patrones de metilación respecto al genoma original de los antecesores. El próximo objetivo de este tipo de investigaciones debería ser entender cómo se producen estas alteraciones en la expresión genética del progenitor y los mecanismos por los cuales logran persistir tras la fecundación y expresarse en la descendencia. 

 

El último experimento que vamos a comentar consistió en someter a roedores a una técnica de condicionamiento similar a la que realizó Pávlov con perros. En este caso el experimento consistía en asociar descargas eléctricas a un olor, es decir, cuando los roedores sufrían la descarga estaba ese olor presente, produciendo que los roedores padecieran miedo y ansiedad al reconocerlo. Lo sorprendente es que esta sensación de miedo y ansiedad se podía observar en la descendencia de los roedores sin haber sido nunca sometidos a descargas eléctricas.  

 

Al principio se creía que el miedo era trasmitido por los progenitores de algún modo por lo que trataron de aislar a las crías de sus progenitores. Al ver que aun así se seguía observando el fenómeno se pensó en la epigenética para responder a la incógnita y, al analizar el genoma de los roedores, se observó que los patrones de metilación en torno a regiones génicas en células neuronales de los ganglios olfativos estaban alterados. 

 

Pese a los hallazgos descritos en los experimentos anteriores todavía queda mucho por investigar para conocer la verdadera relación entre ambiente, genotipo y fenotipo.